A lo largo de este año queremos poner ante los lectores una serie de Escenas Franciscanas que, a nuestro juicio, tienen un alto poder de evocación.
Algunas de ellas son conocidas, otras no tanto. Haremos de ellas una lectura social, aquella que une la fuente franciscana, por antigua que sea, con la sociedad de hoy. El texto viejo
cobra así brillo nuevo y nuestra vida se enriquece con su enseñanza.
Es difícil describir su retrato físico por carencia de detalles. Dada la popularidad alcanzada por san Antonio, no hemos de extrañar que la gente llegara a idealizarlo. Así es como se creó esa imagen de un fraile gentil y delicado, de rostro juvenil. Pero la biografía que se escribió para su canonización, conocida con el nombre de Legenda Asidua, describe a san Antonio como “corpulento y pesado”.
La iconografía de San Antonio comprende un conjunto de símbolos; juventud, hábito, libro, Niño Jesús, azucena, llama, corazón, pan- que expresan bien una característica de su personalidad
(función de recuerdo), bien los dones y cualidades de que la devoción popular le ha revestido (función simbólica).