Me he acordado de esa escena y de ese consejo de parte de Dios porque creo que son las palabras y la actitud que hemos de tener en este tiempo de pandemia. Vigilancia y calma.
Vivimos un tiempo de incertidumbre creado por esta pandemia. En las conversaciones que tenemos constantemente manifestamos el temor al contagio, la necesidad de protegerse, de no contagiarse ni de contagiar a los demás, etc... Creo que ninguno sospechábamos la magnitud de este virus que nos ha obligado a replantearnos el tiempo, el trabajo, las relaciones con los demás, el ocio, etc. Las autoridades sanitarias siguen insistiendo en la seriedad del virus y en la necesidad de tomarnos en serio las medidas propuestas.
Las personas creyentes acudimos a nuestra fe cristiana para hacer frente a la vida. De ella decimos que es regalo, don de Dios. El mayor regalo que Él nos ha dado. De alguna manera la fe consiste en apoyarse en alguien con quien se tiene seguridad. La fe cristina nos lleva a fundar en Dios nuestra propia vida y a buscar en Él seguridad y protección.
Solemos pensar que lo opuesto a la fe es la increencia. Sin embargo, en la Biblia lo contrario a la fe es el miedo. Cuando Dios en el AT o Jesús en los Evangelios contactan con alguien que está pasándolo mal, las primeras palabras con las que se dirige a una persona son “no temas”. Parece que el miedo es el principal obstáculo para que se produzca un encuentro entre Dios y el ser humano.
Seguramente que el miedo es también lo que nos aleja a unas personas de otras.
Vivimos un tiempo difícil, pues la vida y la economía están afectadas. Queremos volver a la normalidad, a la que hemos vivido en otros tiempos. Somos conscientes del sufrimiento y de las dificultades de tantas personas y familias para seguir adelante al desaparecer el sustento económico y el trabajo.
El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor. Esperemos que en este tiempo saquemos lo mejor de nosotros mismos para hacer frente a esta pandemia y construir un mundo de hermanos. Las claves nos las da Isaías: Vigilancia, calma y no tener miedo.
Benjamín Echeverría