Está dirigida a todas las personas, hombres y mujeres, que vivimos la vida haciendo frente a todo tipo de situaciones. Por eso mismo el Papa explica que ser santos no tiene nada que ver con tener un espíritu apocado, tristón, agriado, melancólico, o un bajo perfil sin energía.
Dios nos quiere agradecidos, positivos y no demasiado complicados.
La Santidad tiene que ver, o así la identificamos, con la Bondad. Esta fue la experiencia de Francisco de Asís respecto a Dios. Experimentó que Dios “es el Bien, todo Bien, sumo Bien”. Esa misma experiencia es la que compartieron sus seguidores. Entre ellos se encontraba nuestro San Antonio de Padua. El Papa Pío XII, en 1946, proclamó a san Antonio Doctor de la Iglesia, atribuyéndole el título de “Doctor evangélico”, porque en sus escritos se pone de manifiesto la lozanía y la belleza del Evangelio. Desde la devoción que tenemos a San Antonio también nosotros estamos llamados a transmitir esta misma experiencia de Dios.
La Bondad siempre produce lo bueno, y no lo malo. No está en grandes declaraciones, sino en gestos y acciones concretas.
En este mundo tan complicado que vamos creando, y frente al poder del mal, tenemos la convicción de que lo que lo salva es la bondad cotidiana de las personas; la bondad en las acciones sencillas de unos para con otros. Son las personas corrientes las que aman y cuidan de la vida de modo natural y espontáneo. De hecho, amando conocemos. Por eso escribe en uno de sus sermones san Antonio: “La caridad es el alma de la fe, hace que esté viva; sin el amor, la fe muere”.
Jesús pasó por el mundo haciendo el bien. Esa es la experiencia de tantos creyentes que tratan de vivir su fe centrada en la persona de Jesús. San Antonio, siguiendo la escuela de san Francisco, pone siempre a Cristo en el centro de la vida y del pensamiento, de la acción y de la predicación. Como él mismo escribió en otro de sus sermones: “Si predicas a Jesús, él ablanda los corazones duros; si lo invocas, endulzas las tentaciones amargas; si piensas en él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente”. (Sermones Dominicales et Festivi III, p. 59).
Benjamín Echeverría.
Provincial de los Capuchinos