
Damos gracias a Dios por su vida entregada, su testimonio de sencillez evangélica y su incansable defensa de los más frágiles y olvidados. A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco no dejó de recordarnos que la Iglesia debe ser un hospital de campaña, una casa abierta, cercana a las periferias existenciales, espirituales y sociales, donde habitan tantos hermanos y hermanas que esperan consuelo, justicia y esperanza.
En sus gestos, en su mirada y en cada una de sus palabras hemos reconocido la llamada a vivir una fe humilde, comprometida y alegre, tan en sintonía con el carisma franciscano y capuchino que compartimos. Francisco fue, para nuestra Orden, un hermano cercano, profundamente identificado con el espíritu de san Francisco de Asís: su amor por la creación, su estilo de vida sencillo y su apuesta por una Iglesia sin mundanidad, pobre para los pobres, han sido faro e inspiración constante.
Desde nuestras fraternidades, colegios, obras sociales, comunidades parroquiales y presencias misioneras, y demás presencias elevamos nuestra oración por su eterno descanso y pedimos al Espíritu Santo que nos ayude a continuar el camino evangélico que él nos ha enseñado.
Gracias, Francisco, por tu vida profética, por tu ternura y por tu firmeza. Gracias por enseñarnos a caminar con esperanza, misericordia y verdad.
Anuncio oficial desde el Vaticano
El cardenal Kevin Joseph Farrell, Camarlengo de la Santa Romana Iglesia, anunciaba así esta mañana el fallecimiento del Papa Francisco:
“Queridos hermanos y hermanas, con profundo dolor debo anunciar el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco. A las 7:35 de esta mañana, el Obispo de Roma, Francisco, regresó a la casa del Padre.
Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia. Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados.
Con inmensa gratitud por su ejemplo de verdadero discípulo del Señor Jesús, encomendamos el alma del Papa Francisco al infinito amor misericordioso del Dios Uno y Trino”.