La convocatoria de un Sínodo supone una reunión especial. Por otro lado, “sínodo” es una palabra que hace referencia al camino, a caminar juntos. En este caso, al poner a los jóvenes como protagonistas, se trata de una invitación a buscar nuevos caminos, animados por Jesucristo y su Espíritu, para rejuvenecer el rostro de la Iglesia. El Papa constantemente nos invita a crear y a vivir en una Iglesia de “puertas abiertas”. Si las puertas están abiertas es tanto para entrar, como para salir. Creemos que este sínodo invita a abrir y no a cerrar, a hacer preguntas y a plantear cuestiones, a considerar alternativas y sondear oportunidades.
Comparto la opinión de quien afirma que la gente joven hoy no va en contra de la Iglesia, simplemente la desconoce. Es algo que sucede en esta parte del mundo.
La celebración de ese sínodo no va a llenar las iglesias de gente joven. Tal vez nos ayude a plantearnos a todos cómo podemos trasmitir nuestra fe o educar a los jóvenes en la fe cristiana. Pues la distancia entre mucha gente joven y la Iglesia, en nuestra sociedad no es solo entre la Iglesia y los jóvenes, sino entre la fe y los jóvenes.
Seguramente que en el Sínodo se hablará de nuevos lenguajes en el mundo de la comunicación, de la era digital en la que vivimos, de la aplicación de las nuevas tecnologías a la catequesis, de la importancia de la imagen en este mundo virtual… de todas esas técnicas que hacen el trabajo pastoral más fácil. Todo esto será necesario, pero no podemos olvidar que, sobre todo, necesitamos ofrecer experiencias de Dios a la gente joven. Tenemos que ser capaces de ayudarles a descubrir la relación con Dios (oración), con la comunidad de Dios (Iglesia) y vivir en la llamada y seguimiento de Jesucristo.
Espero que el Sínodo sea especialmente sobre fe y discernimiento y no solo sobre jóvenes, pues lo importante es el programa o estilo de vida al que Jesús llama.
Benjamín Echeverría.
Provincial de los Capuchinos